martes, 29 de noviembre de 2011

¡Qué frescas!

Después de un mes haciendo la compra a diario, decidimos que ya iba siendo hora de hacernos con un "frigo" que refrigerase nuestros alimentos. El problema era que nos habíamos percatado de esa necesidad demasiado tarde, cuando los carteles que llenaban los corchos de las escaleras de Mermoz anunciando frigos de segunda mano habían desaparecidos. ¡Qué ingenuas al pensar en un principio que podíamos sobrevivir sin frigo! ¡Incluso a Cristina le pareció buena idea la propuesta de Elena de guardar todo en una de esas bolsas para guardar el pescado!
Un día, yendo a nuestro querido banco, nos paramos en una tienda de electrodomésticos que encontramos de camino. Nuestro presupuesto era de 100 euros, el precio más barato que se había conseguido entre nuestros amigos  de Mermoz. El precio más económico de la tienda era de 115, y no estábamos dispuesta a pagar esos 15 euros de más. No debimos ser muy claras con el vendedor, pero sus ansias de vendernos un frigo esa misma tarde no le dejaban parar de enseñarnos TODOS los frigos de la tienda, hasta el más caro. Tras ver los de 1.000 y pico euros, sonreímos, dimos las gracias y le dijimos "ogbuá mesié".
¡Entonces...al Auchán (el Alcampo francés)! Una vez que el bus nos dejó en el polígono industrial, nos pusimos a buscar dónde exactamente estaba el Auchán, en una de nuestras vueltas recogimos un carrito extraviado del Decatlón y lo adoptamos. ¡qué canteo por los pasillos del Aunchan con nuestro carrito azul!
Cuando localizamos el frigo del que nos habían hablado entre los pasillos de los electrodoméstico fuimos corriendo a pedírselo al vendedor, el cual nos dio la peor noticia que podían darnos en ese momento...¡no quedaban! Pusimos cara de cordero degollado, a ver si eso solucionaba algo. Nos dimos la vuelta cabizbajas, cuando escuchamos la voz del vendedor que corría a buscarnos. Había hablado con su jefe, a ver que se podía hacer por esas pobres desgraciadas, y nos proponía llevarnos el frigo que estaba de exposición. Se nos iluminaron las caras. No nos lo podíamos creer, intentamos disimular nuestra euforia mientras nos embalaban nuestro trofeo. Nuestro amigo el vendedor, nos preguntó si teníamos coche para llevárnoslo, y al decirle que no, nos ofreció el servicio a domicilio, por solo el módico precio de 25 euros más....NI DE COÑA! ¡Nos lo llevamos a la espalda! Y dicho y hecho, vaya dos locas cruzando la autoría de cuatro carriles con el frigo medio cayéndose del carrito huérfano del Decatlon. Para rematar la situación, ya se había hecho de noche. Cuando llegó el último bus del día, y abrió sus puertas, le pusimos al conductor la carita de pena que ya dominábamos a la perfección, y no se pudo negar a dejarnos subir el frigo.
Una vez en la residencia, instalamos el frigo en la habitación de Elena. Y ahí permanece para darnos cada día los alimentos frescos de que disfrutamos.

domingo, 13 de noviembre de 2011

Ratatuya





Ya iba siendo hora de presentaros a Ratatuya. Es la mejor compañera de piso que se puede tener: sabe escucharnos y entendernos, es silenciosa, no molesta,  y aunque aún no nos ha demostrado sus artes culinarias, esperamos que cocine también como su hermano Ratatouille. Desde luego lo que sí que nos ha demostrado es que sabe divertirse, aquí dejamos un vídeo que lo demuestra:



A pesar de la poco aceptación que tuvo en sus primeros momentos, Ratatuya ya es aceptada como una más de la familia. Bienvenida sea.

lunes, 7 de noviembre de 2011

El poder del anillo



Por fin hemos empezado los esperados ‘stages’ y… no, no son tan maravillosos como pensábamos. En primer lugar, 10 horas al día en el hospital en francés TODO, es inhumano: explotación estudiantil. En segundo lugar, nos encanta sentir el poder del anillo de Frodo, nos hace invisible hasta delante de la señora de la limpieza.
También nos hemos darnos cuenta de otras cosas: de lo mal que hablamos francés, de lo poco que lo entendemos, de las pésimas habilidades médicas y sociales que tenemos….vamos, que nos hemos convertidos en las típicas ‘EMPANADAS’. Sí, sí, de esas que pululan por ahí sin decir nada y con la expresión en la cara de ‘ein?’.  
Gracias a nuestra invisibilidad se dan casos como el siguiente: médico explica a los ‘externos’ (alumnos de medicina) quelquechose. Su mirada va saltando de externo en externo, pero por supuesto nunca se detiene en un erasmus. ¡Se creen que no les  entendemos! y encima tiene razón…!
Luego están aquellos momentos en los que todos están corriendo estresados de un sitio a otro, y tú sin nada que hacer… lo único que se ocurre es lavarte las manos con el gel desinfectate Purell. Una y otra vez; vamos, que debemos de tener las manos más limpias de todo el hospital.
En urgencias todo va muy deprisa. Y por supuesto, la comida también (es impresionante la capacidad que han desarrollado para engullir). Entre bocado y bocado les da tiempo a hablar, ¡y cómo hablan! La velocidad de las conversaciones es sorprendente. Pero en el momento en que se te ocurre decir algo, todo se ralentiza. La gente se calla, dejan de comer, te miran y mientras balbuceas fruncen el ceño intentando entenderte. Visto el éxito, decides no volver a abrir la boca.
A pesar de todo esto, seguro que estamos aprendido… seguro???